Mo.Ve.Os (Movimiento Vecinal Ostensible)
Mo.Ve.Os.
(Movimiento Vecinal Ostensible)
En su Libro del Fuero de las Leyes, el rey castellano-leonés Alfonso X el Sabio (1221-1284) escribió sobre el pueblo: “Cuidan algunos hombres que pueblo es llamada la gente menuda, así como menestrales y labradores, pero eso no es así, pues antiguamente en Babilonia, en Troya y en Roma, que fueron lugares muy señalados, ordenaron todas las cosas con razón y pusieron nombre a cada una según convenía, pueblo llamaron al ayuntamiento de todos los hombres en comunidad, de los mayores, de los menores y de los medianos. Pues todos éstos son necesarios y no se pueden excusar, porque se han de ayudar unos a otros para poder vivir bien y ser guardados y mantenidos”.
Desde muy antiguo, distinguidos gobernantes han tenido claro que nada funciona en un grupo de manera provechosa sin una buena y coherente organización que anteponga a las personas sobre la producción o los objetivos. La buena ordenación es algo que falla en muchas empresas, estamentos y organizaciones de todo tipo. Cuando prima la labor sobre quien la ejerce, todo cojea, renquea y marcha a trancas y barrancas, por muy vistosa que sea la apariencia.
Esta es la tónica actual. Sirvan de ejemplo los anteriores Departamentos de Personal, tanto públicos como privados. Hoy los han degradado hasta extremos inadvertidos, convirtiéndolos en Departamentos de Recursos Humanos. Y un recurso es un medio, un elemento, una cosa. Si las personas estuviesen bien tratadas y consideradas, no usadas como trastos, chirimbolos o cacharros, si estuvieran a gusto y disfrutaran algo más trabajando, sus producciones serían mejores y más humanas.
Esta cuestión es de Perogrullo. Pero, pese a su indudable evidencia, contados directivos y programas la aplican de forma práctica para obtener mejores beneficios personales, sociales y económicos al mismo tiempo. Cabe preguntarse por qué ese interés enfermizo por la producción y anecdótico por lo humano.
Así las cosas habituales de regentes y dirigentes, conviene con todo respeto, decisión y firmeza buscar una buena salida o alternativa a la ineptitud y la degradación de quienes deciden nuestros asuntos colectivos o sociales.
Un Movimiento Vecinal Ostensible (Mo.Ve.Os.) es la mejor solución para contrarrestar a políticos corruptos y políticas ineficaces. Un grupo amplio, público, despierto, activo, unido y organizado, con un pensamiento común y práctico para el beneficio individual de todos sus componentes.
Un colectivo vecinal así sería siempre tenido en cuenta por los estamentos oficiales, gracias a su capacidad de acción para proponer realizaciones o paralizaciones de obras, según sus beneficios o perjuicios comunitarios. El quid de la cuestión es cómo reunir y activar a un nutrido grupo de vecinos concienciados y dispuestos a dar parte de sí mismos por el bien de su comunidad.
La participación ciudadana no se promueve creando una concejalía con estas dos sugerentes palabras, por mucha publicidad que dé a sus políticas y políticos. Igual que la igualdad y los derechos de las mujeres no se cumplen añadiendo “Mujer” a la concejalía de Asuntos Sociales.
Esta colaboración mutua se incrementaría gracias a una buena educación general, coherente con provechosas teorías formativas, donde docentes, familias, medios informativos, empresarios y gobernantes predicaran con el ejemplo de sus provechosas y unidas acciones.
Pero este no es el caso de los últimos tiempos. Hasta la fecha, existen en Valdemoro alrededor de 200 asociaciones diversas. Teniendo en cuenta el beneficio proporcionado por algunas, otras muchas sólo hablan para el cuello de sus camisas, están desorganizadas o no ayudan a sus miembros como deberían. Se limitan a pedir su exigua subvención anual al Ayuntamiento para malgastarla, además de callar protestas, quejas y padecimientos propios y ajenos por miedo a perderla.
Pese a tanta indiferencia y afectación, son las vecinas y los vecinos quienes tienen el poder político, cada ciudadana y ciudadano de a pie. Quienes, en democracia, deberían votar a sus representantes de una manera o botarlos de otra. Quienes, cada cuatro años, entre elecciones y elecciones, tienen también la posibilidad y el derecho de unirse para paralizar caprichos, devaneos e injusticias oficiales.
Alfonso X el Sabio, apodado así por el propio pueblo, valoraba a cada persona de su reino y su consiguiente aportación social. Una fuerza particular, poderosa y digna de aprecio regio. Por lo cual, también quiso dejar escrito: “Por un clavo se pierde una herradura. Por una herradura, un caballo. Por un caballo, un caballero. Por un caballero, un campo. Por un campo, un reino”.
Literaturas populares, valiosas y ancestrales continúan rebosando sabiduría y recordándonos a cada paso, en nuestro descabezado e incoherente reino actual, que la auténtica verdad brota por boca de las gentes. El pueblo es sabio y tiene facultad, no cabe la menor duda… Pero cuando duerme, sólo sueña que lo es y que la tiene.
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